Una gota que caía por su seno, moreno y redondo, deseable.
Esa lagrima que lleva tu nombre, ese deseo que tiene tu voz.
Una mirada cómplice que enternece a los extraños.
Una canción que la cantamos a coro, una letra que la sabemos sólo nosotros dos.

Los besos son melancólicos, ambos sabemos que será el primero y último de la noche.
Las sábanas vírgenes, y el lápiz labial derramado en la almohada.