Magdalena.-


Las hojas de este cuaderno se agotan y yo sigo sin encontrarte...
Escucho tu voz, desde la ventana, pasas, siempre pasas al lado mío,
y yo te miro, pero mis ojos se secan, entre el humo y la soledad.

Y yo te sigo escuchando, porque debajo de mi almohada, cuando me voy a dormir y te extraño, maldito extraño, esto que lograste en mí. Lagrimas sin nombre aún.

Cuando te quiero ver, me quedo ciega.
Todos esos deseos que pedí un día tirando una moneda y con vos nada es suficiente.
No quiero ser sencilla, quiero que me quieras mirandome atravez de mis ojos.

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