Esa noche mágica.-


Llovía sobre sus pequeñas narices… y no les quedó otra que acostarse a dormir.
Todas las camas estaban ocupadas, tanto los colchones, almohadones, sillones y hasta los mismos espacios del piso de la casa.
Sólo quedó vacía una gran cama para dos, y para nuestra suerte, éramos dos, sí así sólo dos.

El miedo de que su instinto le ganará, era de él, él le dijo que no, que quería dormir solo. Le dijo que se alejara…
Ella, se disfrazó de soberbia y se tragó en su garganta ese “no”…
Luego él la miró, fijamente a sus ojos y le dijo “vení”… “vení conmigo”… ella nerviosa se rió por dentro, lo miró y se fue con él.

Estaban ahí juntos, acostados, con toda su ropa en orden. Las persianas bajas, pero igual los rayos de sol querían ser testigos de esto.
Ella vestida, se durmió, su larga cabellera desparramada ante la almohada… y él, su insomnio, él y su paquete de puchos. La miró, y luego su mano se posó sobre su panza, ella dormida se sintió acompañada, pasaron largos segundos y ella abrió sus ojos, lo miró; él tan nervioso no sacó su mano sobre ella y no dejó de mirarla, aunque esta vez con los ojitos tiritándose, como la misma lluvia de afuera.
Al mirarlo, ella hizó una mueca de alegría en su cara, atinó a apoyar su mano sobre la de él, acariciándolo suavemente.

Entre el silencio, la mirada y la piel; ella misma le dijo “te quiero” y cerró sus ojos suavemente, a el le cosquilleaba la panza pero las respuestas en silencio no eran de su agrado, por lo que la miró firmemente y le dijo “sos hermosa” acercándose a su cara y ella cada vez más nerviosa, su corazón se aceleraba, su panza se hacía ese “no se que” porque la respiración de él estaba cada vez más cerca…


Ayelén Salerno.-
.-enero/2008

1 comentario:

Martín Alvarez dijo...

Yo tambien quiero que alguien me respire cada vez mas cerca.